El acceso público a la información es fundamental para que la ciudadanía tenga el control | Matías Bianchi
Matías Bianchi es fundador y director de Asuntos del Sur, una think tank argentina con incidencia en toda América Latina que trabaja en el diseño e implementación de política pública para fortalecer la democracia en distintos niveles de gobernanza, con énfasis en el acceso a la información como sinónimo de transparencia. En diálogo con El Diario Sur, el politólogo cuenta sus inquietudes en torno al funcionamiento de la democracia y cómo se busca transformarla.
¿Cuáles son los objetivos de Asuntos del Sur en torno a la promoción de una mayor democracia y con qué herramientas intentan llevarlos a cabo?
Asuntos del Sur es un centro de pensamiento y acción, un espacio que se dedica a la investigación, genera ideas y produce herramientas. Nuestro objetivo es buscar incidir en procesos de política. El foco que nos ponemos nosotros es un campo que denominamos innovación política y cómo podemos transformar nuestras prácticas, tecnologías, narrativas e ideas para poder construir democracias con una efectiva participación, inclusión y cumplimiento y ampliación de los derechos humanos. Tenemos la motivación de trabajar en América Latina con una mirada local en todas sus dimensiones.
¿En qué consiste lo de “pensamiento y acción”?
La parte de pensamiento se basa en producir conocimiento, realizamos investigaciones aplicadas sobre cuáles son los desafíos que hay en torno a la democracia, cuáles tecnologías funcionan mejor para la democratización del poder, qué elementos producen metodologías para facilitar espacios de cooperación. También generamos acciones: acompañamos a instituciones y comunidades en procesos de transformación. Además, formamos liderazgos a través de nuestra Academia de Innovación Política con un enfoque en que se desarrollen en el debate y sean transformadores de nuestra democracia. Impulsamos también redes colaborativas, creamos una organización que se llama “Democracia Viva” donde reunimos más de 50 organizaciones en búsqueda de un nuevo acuerdo democrático. También creamos la “Red de Innovación Política”, donde juntamos a líderes de la región para pensar desafíos y compartir experiencias de incidencia política. Lo hacemos en todo el continente americano. Hemos trabajado en al menos 15 países.
¿Creen que la democracia actual presenta fallas?
No creo que haya fallas porque eso significa que hay un ideal, y justamente la democracia la entiendo como una forma de organización política donde el poder está menos o más distribuido según funciona peor o mejor. Si hay fallas tenemos que compararlo con algo. Sí hay procesos de avances y retrocesos de derechos, que es algo que estamos viéndolo muy claramente en América Latina. Los desafíos que se nos presentan son muy importantes, más que nada en torno a cómo lidiamos con la migración, el cambio climático, la desigualdad y los sistemas productivos extractivistas. El gran desafío es cómo producimos los instrumentos políticos de nuestra gobernanza para poder dar soluciones colectivas a esos desafíos. Estamos fallando enormemente en la integración regional, en las agendas de odio de cada país o en la aparición de comunidades cada vez más cerradas. Son desafíos muy importantes que tenemos que enfrentar y que desde Asuntos del Sur trabajamos para pensar y proponer modelos, formas y líderes.
¿Cómo puede colaborar el acceso a la información en una mayor democracia?
El acceso a la información es un valor fundamental para poder tomar decisiones informadas, justamente. De no ser así, todo pasaría por la intuición. En democracias complejas necesitamos datos e información para poder tomar decisiones. De hecho la palabra “estadísticas” viene de ciencia del estado, como para poder entender y producir decisiones. Tener información y hacerla disponible para todos es fundamental para que la ciudadanía tenga un control y sea parte de los procesos democráticos. Creo que mucha parte de la agenda de la apertura de información y datos se equivoca en creer que son un fin en sí mismo, que con eso alcanza. Me parece que es una condición necesaria, pero requiere que la sociedad lo incorpore y las organizaciones especializadas lo empiecen a implementar, además de crear espacios de cooperación para que los gobiernos puedan compartirse información y que también sea un instrumento para generar inteligencia colectiva para política pública.
¿Cuál es tu opinión en torno a la tecnología inmersa en procesos democráticos?
Las tecnologías son fundamentales porque nos permiten una mayor participación política y poder registrar los procesos. Me parece fundamental el uso de la tecnología en procesos de participación ciudadana y en la administración pública, en especial en la creación de base de datos, trámites y procesos de legislación colectiva. Las aplicaciones son infinitas y las estamos viendo.
¿Incluye esto al voto electrónico?
Sobre el voto electrónico, las alternativas que hoy hay en oferta no son alternativas superadoras al voto en papel. No garantizan que el escrutinio se pueda validar con mayor eficacia. Las tecnologías sirven en cuanto superan lo que ya está. Hoy nuestro sistema político no tiene problemas ni grandes acusaciones de fraude. Lo que está en el mercado no ofrece al superior. De hecho, creo que es al revés: es inferior al papel. Sí me parece que se puede trabajar en otras alternativas analógicas, como la boleta única, que me parece una alternativa superadora que facilita el conteo, el ahorro del papel y homogeniza la oferta electoral.
En América del Sur, ¿se nota un retroceso en cuanto a la eficacia de las estructuras e instituciones democráticas?
En todos lados se habla de un retroceso de la democracia. En los últimos cinco años hemos visto la emergencia de liderazgos, movimientos y partidos más autoritarios y hasta abiertamente antidemocráticos. Hay una amplia oferta antisistema muy importante y una baja de la legitimidad de los partidos políticos por parte de la ciudadanía. Además esto se cruza con la crisis económica, que ha hecho que baje el gasto social y la oferta de derechos. Estamos en una situación muy compleja económica, política y social. No hay que dejar de lado el rol que han tomado las redes sociales, que provocan una gran confusión y es un instrumento que destruye y obstaculiza debates genuinos con información falsa y algoritmos engañosos.
¿Y en Argentina?
En el caso argentino veo mucha más solidez. Es el único país de la región que, a pesar de la crisis económica y la fragilidad que tenemos, aun así el sistema político ha logrado encausar en los últimos años el debate. No se ha salido de la oferta de partidos tradicionales y los partidos antisistemas están algo marginados. Hay un diálogo político, que es difícil, trabajoso y frágil, pero que se logra mantener mucho más que en otros países de la región.